Varanasi: India en estado puro

By Connected Horizons

[Pequeña introducción al caótico mundo del desplazamiento por carretera de la India]

Son las doce de la noche y un taxi nos deja a un lado de la carretera, donde un hombre y sus hijos calientan té y naans en su garito nocturno. Bajamos del taxi y nos miramos extrañados. El taxista nos dice, mirando el Google Maps de su teléfono:

“Yes yes, bus here!”

Le pagamos y se va. Y aquí estamos, esperando un supuesto autobús que nos tiene que llevar a Varanasi. Pero no vemos ninguna señal de estación de bus.
El dueño del local se frota las manos y nos invita a sentarnos en las sillas. ¿Té? ¿Café? Creo que tendremos que esperar un rato, así que vamos a tomárnoslo bien. Y por qué no, ¡juguemos a una partida de cartas!Pero el tiempo pasa y no hay señal de ningún bus. Inquietos, preguntamos a los pocos individuos que van pasando por allí. Todos responden con un quizás, puede, creo que se detendrá un bus… Pero pasa una hora y nada. ¡Incluso pasan dos horas! Nerviosa, creyendo que nos han timado, le pido al conductor de un coche que ha parado a comprar comida si puede llamar por teléfono al número de la compañía de autobuses que aparece en el billete. El chico tan amable consigue que le indiquen el número de teléfono del conductor de ese mismo bus. Lo llama y, después de hablar con él, nos dice en inglés que tardará una hora más en llegar. ¡Mamma mía! Al menos, no lo hemos perdido…

El bus por Varanasi

A las tres de la madrugada subimos al bus como locos, nos saludan con simpatía y nos indican el pequeño compartimento-colchón dónde podremos pasar las próximas catorce horas de viaje. Al abrir la puertecita aparece un hombre durmiendo. Nos sabe mal despertarlo pero tenemos que entrar nosotros, tratar de caber los dos y descansar unas cuantas horas… Para qué engañarnos: el viaje no se hace corto. Pero por fin, después de alguna parada para ir al baño y comprar comida, llegamos a nuestra destinación: Varanasi !!!

El ghat principal llamado “Dashashwamedh”

La primera impresión que nos da esta ciudad es de locura. Una vez más, el caos, la gente amontonada, calor, coches pitando y suciedad nos dan los buenos días. Un caballero muy borracho se ofrece a indicarnos la dirección que necesitamos, pero conseguimos perderle de vista en seguida. Las calles estrechas y laberínticas del centro de Varanasi nos confunden y nos marean, pero conseguimos descifrar la disposición de las calles y llegar a nuestro primer objetivo.
¡Estamos yendo a una casa dónde haremos Couchsurfing! Estoy emocionada por conocer y convivir con gente de allí. Se trata de una casa con muchos pisos y de una familia que tiene una escuela de yoga al lado de nuestra habitación.

Uno de los muchos perros callejeros

Cuando llegamos, nos están esperando. El dueño de lugar, Sunil, nos da la bienvenida y nos dice que aunque tengamos la noche gratis (de eso se trata Couchsurfing, además de intercambiar experiencias entre viajero y propietario), tenemos que pagar una clase de yoga mínimo por día.
A mí me va bien, porque quería hacer una clase de yoga igualmente. Pero qué decepción, tratar de hacer dinero a costa de la plataforma Couchsurfing.

Un hombre dando una bendición en el Ganges

En fin, nos ponemos de acuerdo con Sunil y dejamos las mochilas en la curiosa habitación compartida de 3 literas (por la noche, la compartimos con el mismo Sunil y su pequeña hija). El hombre nos ayuda a contactar con alguien que nos llevará en barca por el Ganges, y nos explica los sitios más indispensables de la ciudad. Después de una larga charla sentados en el gran tatami blanco de sus clases de yoga, nos invita a cenar con su familia. ¡ Pero ahora empezamos nuestra exploración por Varanasi !

Monges de Varanasi

Encontramos el mágico Bred Brown Backery donde comemos hamburguesas vegetarianas y queso orgánico del Nepal. Una vez tenemos el estómago lleno, nos adentramos en las calles de la Old City. El suelo está húmedo, las vacas se cruzan por nuestro camino, los perros husmean por todos los rincones y la gente se amontona en los comercios. ¡Cuánta actividad!

Navegando en el Ganges

El enorme río Ganges contornea el sudeste de la ciudad. Además de ser sagrado, es el río más contaminado del mundo. Los habitantes lo llenan de basura, de ofrendas y también de sus muertos; se lavan en él, se bañan en él, e incluso beben de su agua, y sí, los muertos que no pueden ser incinerados, terminan allí. Creo que si los habitantes sobreviven a la cantidad de microbios y virus que hay en esas aguas, esta gente es casi inmortal.

También se puede rezar desde el barco

No te pierdas ver el sol salir desde una barca, mientras ves que en la orilla la ciudad se despierta. También resérvate como mínimo una noche para asistir a la ceremonia que hacen cada atardecer a las 19h en la Dashashwamedh Ghat (“Main Ghat”). Verlo en barca desde el agua, o también verlo desde tierra, es impresionante. Para este ritual sagrado siete hombres cantan, tocan instrumentos tradicionales y hacen coreografías con fuego e incienso. Cada noche, la gente de Varanasi hace una plegaria para que el Ganges traiga la paz y la felicidad al mundo. Niños venden flores, velas encendidas flotan en el agua oscura del río.

Un vendedor de bendiciónes

Observa desde lo alto de alguna terraza las casas desordenadas que bordean el río. Varanasi tiene mucho que ofrecer; es una ciudad de belleza sombría, de una fe infranqueable y devoción por lo sagrado. Es la India y su pasión por la divinidad en estado puro.


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