Movimientos de Kumbakonam

By Connected Horizons

Hay un lugar donde puedes sentir los movimientos más locos y confusos de la India. Es en Kumbakonam, un pueblo de Tamil Nadu también conocido como “la ciudad de los templos”, que decidimos parar y explorar. ¡Y vaya si se convierte en una aventura!

Perderse en sus calles llenas de gente, extremadamente calurosas y por qué no decirlo, sucias, es una experiencia de la que no todos los viajeros pueden sentirse a gusto. Pero es cierto que Kumbakonam es una puerta a una sociedad humilde y obrera del sur de la India; una puerta que siempre es indispensable abrir si se quiere tener una impresión realista del país que se visita.

Llegamos muy temprano en taxi desde Auroville hasta el Hotel Chela, uno que está cerca de algunos de los templos más importantes de la ciudad. [Nota para los lectores o para el futuro: la habitación low cost hubiera estado bien si la ventana se pudiera cerrar para poder evitar los mosquitos!!! Gracias a Shiva -o lo que sea- nos trajimos una tela mosquitera! Porque si no, nos habrían comido vivos. Después de una ducha fría (ducha por decir algo, porque no se parecía en nada a una ducha) y un vistazo por la ventana que daba hacia la parte trasera de lo que viene a ser un tugurio, sólo tengo una cosa que añadir: este hotel… NO LO RECOMENDAMOS].

[spacer height=”20px”]Colores de Kumbakonam

En fin, a lo que íbamos. En cuanto salimos del edificio vestidos con nuestra ropa, gafas de sol y gorra, nos damos cuenta de que somos como peces fuera del agua. Vamos con nuestras cámaras, tratando de capturar todo este caos en cada imagen, y terminamos perdiéndonos en las calles laberínticas de Kumbakonam.

Conseguimos visitar los templos que tenemos en nuestra lista, pero también descubrimos muchos más en nuestro camino sin rumbo. Todos tienen figuras impresionantes y coloridas, una arquitectura excepcional, pero los templos están igual de sucios que las calles. Poco después, decidimos visitar uno de los mejores y más recomendados templos de la ciudad, Airavatesvara Temple. Éste está alejado del centro, y a pesar de la temperatura extremadamente alta del mediodía (cierto, una decisión poco inteligente), decidimos caminar 5 quilómetros hasta el templo. ¡Estamos locos!

Y aquí estamos, Mad Max y Marta Madness, sudando como pollos al curry bajo el sol indiano. Finalmente después de una larguísima caminata, preguntando la dirección a gente que nos vamos encontrando y haciéndonos amigos de unos chicos en moto que nos animan a seguir, llegamos a nuestra destinación. ¡Lo conseguimos!

El esfuerzo vale la pena. Muchísimo. La satisfacción que sentimos al ver los maravillosos jardines que rodean el templo dedicado a Shiva no se puede describir. Inmediatamente nos damos cuenta de que este no es como los otros que hemos visto; este es definitivamente distinto. Las majestuosas esculturas y su buena conservación nos inspiran. ¡El polvo y el ruido se han desvanecido para dejar paso a la belleza y tranquilidad! ¡Qué pasada!

[spacer height=”20px”]Templo de Airavatesvara

Estamos encantados con las formas, las estatuas, las perspectivas, las luces y las sombras increíbles que el Airavatesvara Temple nos ofrece. Descalzos, casi solos y en completo silencio: realmente un sitio de paz. Damos una pequeña propina a la mujer a cargo de vigilar el templo e inesperadamente nos abre la puerta de un templo más pequeño al lado del otro. ¡Qué sorpresa! Un hombre que está rezando, se acerca a nosotros y nos explica que este templo es el primero que fue dedicado a una diosa en la India.

Sonreímos y disfrutamos de lo que vemos. Es increíble descubrir, finalmente, un lugar donde la gente puede conectar con las divinidades sin ruido ni distracciones. Parece un refugio en medio de un campo de batalla.

[spacer height=”20px”]Bonitas esculturas dentro del templo

De regreso, antes de nuestro bien merecido paseo en tuk-tuk, compramos dos preciosos fulares en una pequeña tienda de artesanos cerca de la entrada del segundo templo. Mientras el propietario esparce más y más telas en el suelo para que las veamos bien, una mujer está tejiendo con una máquina de coser de madera unos pasos más allá. En la habitación también están sus dos hijas, curiosas, asistiendo a nuestro proceso de negociación. Estoy segura de que a nuestras madres les encantarán estos fulares.

¡Bueno, bueno! Vaya experiencia, ¡ésta alocada y sorprendente ciudad llamada Kumbakonam!


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